Nos gusta etiquetar todo, que
nada se quede sin nombre, para que no nos produzca el vacío existencial de no
saber a que nos estamos refiriendo. Lo malo es que no todas las etiquetas son
agradables, así que nos inventamos eufemismos para hacerlas más llevaderas. Por ejemplo (según wikipedia) una multa se le
puede llamar cuota, ¿Qué bonito verdad? La palabra multa tiene la connotación
negativa de castigo, pero si le llamas cuota queda mejor, te sacan los ojos
igual, pero con buen gusto.
Se han ido introduciendo sin
querer y poco a poco los eufemismos en nuestra vida, simplemente porque quedan
mejor. Han pasado de ser palabras a algo más. Es cambiarle el nombre,
perfumarlo, presentarlo bien y ¡abracadabrapatadecabra! Otro ejemplo claro y el
más descarado que conozco es: “La cocina de diseño”. Como una imagen vale más
que mil palabras:
¿La comida? ¿Dónde? ¿El diseño? ¿De
qué? Son ganas de no cocinar muy bien pagadas, y en este caso ni han escurrido
el plato antes de presentarlo. Como he dicho antes es cambiarle el nombre. Además,
si de paso suena pijo, ya tienes el
chiringuito montado… Aunque tiene una pega, viene un asiático que lo hace mejor
que tú, sin florituras añadidas a la carta y más estilo:
Da pena hasta comérselo de lo
bonito que les queda y además alimenta de verdad.
En mi casa, y sin "cocina de diseño", somos lo más de lo más en gastronomía. Hemos llevado la redondez de la croqueta al súmmum de la perfección, el gratinado de la pizza al arte y el vaso de leche con cola-cao a lo divino.
Espero que te haya gustado :D